El Día Mundial del Teatro se celebra el día 27 de marzo. La idea surgió en 1961 por el Instituto Internacional de Teatro. Cada año se celebran actos en relación con la dramaturgia y la literatura y como es tradición se distribuye el Mensaje Internacional escrito por una personalidad del teatro de talla mundial.
Palabras en el Tintero quiere desearos un feliz Día Mundial del Teatro y desde aquí queremos rendir un pequeño homenaje a este maravilloso día, por ello os dejamos el Mensaje Internacional escrito por el dramaturgo mexicano Víctor Hugo Rascón Banda en 2006 y un fragmento de la famosa obra Luces de bohemia de Ramón María del Valle Inclán.
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Mensaje del dramaturgo Víctor Hugo Rascón Banda.
En el Día Mundial del Teatro.
Todos los días deben ser días mundiales del teatro, porque en estos 20 siglos, siempre ha estado encendida la llama del teatro en algún rincón de la tierra.
Al teatro, siempre se le ha decretado la muerte, sobretodo con el surgimiento del cine, la televisión y ahora los medios digitales. La tecnología invadió los escenarios y aplastó la dimensión humana, se intentó un teatro plástico, cercano a la pintura en movimiento, que desplazó la palabra. Hubo obras sin palabras, o sin luz o sin actores, sólo maniquíes y muñecos en una instalación con múltiples juegos de luces.
La tecnología intentó convertir al teatro en fuego de artificio o en espectáculo de feria.
Hoy asistimos a la vuelta del actor frente al espectador. Hoy presenciamos el retorno de la palabra sobre el escenario.
El teatro ha renunciado a la comunicación masiva y ha reconocido sus propios límites que le impone la presencia de dos seres frente a sí que se comunican sentimientos, emociones, sueños y esperanzas. El arte escénico está dejando de contar historias para debatir ideas.
El teatro conmueve, ilumina, incomoda, perturba, exalta, revela, provoca, trasgrede. Es una conversación compartida con la sociedad. El teatro es la primera de las artes que se enfrenta con la nada, las sombras y el silencio para que surjan la palabra, el movimiento, las luces y la vida.
El teatro es un hecho vivo que se consume a sí mismo mientras se produce, pero siempre renace de las cenizas. Es una comunicación mágica en la que cada persona da y recibe algo que la transforma.
El teatro refleja la angustia existencial del hombre y desentraña la condición humana. A través del teatro, no hablan sus creadores, sino la sociedad de su tiempo.
El teatro tiene enemigos visibles, la ausencia de educación artística en la niñez, que impide descubrirlo y gozarlo; la pobreza que invade al mundo, alejando a los espectadores de las butacas y la indiferencia y el desprecio de los gobiernos que deben promoverlo.
En el teatro hablaron los dioses y los hombres, pero ahora el hombre habla a otros hombres. Por eso el teatro tiene que ser más grande y mejor que la vida misma. El teatro es un acto de fe en el valor de una palabra sensata en un mundo demente. Es un acto de fe en los seres humanos que son responsables de su destino.
Hay que vivir el teatro para entender qué nos está pasando, para transmitir el dolor que está en el aire, pero también para vislumbrar un rayo de esperanza en el caos y pesadilla cotidiana.
¡Vivan los oficiantes del rito teatral! ¡Viva el teatro!
Luces de Bohemia, Ramón María del Valle Inclán.
Palabras en el Tintero quiere desearos un feliz Día Mundial del Teatro y desde aquí queremos rendir un pequeño homenaje a este maravilloso día, por ello os dejamos el Mensaje Internacional escrito por el dramaturgo mexicano Víctor Hugo Rascón Banda en 2006 y un fragmento de la famosa obra Luces de bohemia de Ramón María del Valle Inclán.
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Mensaje del dramaturgo Víctor Hugo Rascón Banda.
En el Día Mundial del Teatro.
Todos los días deben ser días mundiales del teatro, porque en estos 20 siglos, siempre ha estado encendida la llama del teatro en algún rincón de la tierra.
Al teatro, siempre se le ha decretado la muerte, sobretodo con el surgimiento del cine, la televisión y ahora los medios digitales. La tecnología invadió los escenarios y aplastó la dimensión humana, se intentó un teatro plástico, cercano a la pintura en movimiento, que desplazó la palabra. Hubo obras sin palabras, o sin luz o sin actores, sólo maniquíes y muñecos en una instalación con múltiples juegos de luces.
La tecnología intentó convertir al teatro en fuego de artificio o en espectáculo de feria.
Hoy asistimos a la vuelta del actor frente al espectador. Hoy presenciamos el retorno de la palabra sobre el escenario.
El teatro ha renunciado a la comunicación masiva y ha reconocido sus propios límites que le impone la presencia de dos seres frente a sí que se comunican sentimientos, emociones, sueños y esperanzas. El arte escénico está dejando de contar historias para debatir ideas.
El teatro conmueve, ilumina, incomoda, perturba, exalta, revela, provoca, trasgrede. Es una conversación compartida con la sociedad. El teatro es la primera de las artes que se enfrenta con la nada, las sombras y el silencio para que surjan la palabra, el movimiento, las luces y la vida.
El teatro es un hecho vivo que se consume a sí mismo mientras se produce, pero siempre renace de las cenizas. Es una comunicación mágica en la que cada persona da y recibe algo que la transforma.
El teatro refleja la angustia existencial del hombre y desentraña la condición humana. A través del teatro, no hablan sus creadores, sino la sociedad de su tiempo.
El teatro tiene enemigos visibles, la ausencia de educación artística en la niñez, que impide descubrirlo y gozarlo; la pobreza que invade al mundo, alejando a los espectadores de las butacas y la indiferencia y el desprecio de los gobiernos que deben promoverlo.
En el teatro hablaron los dioses y los hombres, pero ahora el hombre habla a otros hombres. Por eso el teatro tiene que ser más grande y mejor que la vida misma. El teatro es un acto de fe en el valor de una palabra sensata en un mundo demente. Es un acto de fe en los seres humanos que son responsables de su destino.
Hay que vivir el teatro para entender qué nos está pasando, para transmitir el dolor que está en el aire, pero también para vislumbrar un rayo de esperanza en el caos y pesadilla cotidiana.
¡Vivan los oficiantes del rito teatral! ¡Viva el teatro!
Luces de Bohemia, Ramón María del Valle Inclán.
Max. – Los ultraístas son unos farsantes. El esperpentismo lo ha inventado Goya. Los héroes clásicos han ido a pasearse en el callejón del Gato.
Don Latino. – ¡Estás completamente curda!
Max. – Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el esperpento.
El sentido trágico de la vida española sólo puede darse con una estética sistemáticamente deformada.
Don Latino. – ¡Miau! ¡Te estás contagiando!
Max. – España es una deformación grotesca de la civilización europea.
Don Latino. – ¡Pudiera! Yo me inhibo.
Max. – Las imágenes más bellas en un espejo cóncavo son absurdas.
Don Latino. – Conforme. Pero a mí me divierte mirarme en los espejos de la calle del Gato.
Max. – Y a mí. La deformación deja de serlo cuando está sujeta a una matemática perfecta. Mi estética actual es transformar con matemática de espejo cóncavo las normas clásicas.
Don Latino. – ¿Y dónde está el espejo?
Max. – En el fondo del vaso.
Don Latino. – ¡Eres genial! ¡Me quito el cráneo!
Max. – Latino, deformemos la expresión en el mismo espejo que nos deforma las caras y toda la vida miserable de España.
Don Latino. – Nos mudaremos al callejón del Gato.
Esperamos que todos los años podamos celebrar este día y que la llama del teatro no se apague.
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