El pasado domingo, Palabras en el Tintero visitó la exposición de Ernestina de Champourcin en el Centro Cultural Conde Duque y queremos compartir contigo lo que aprendimos sobre esta escritora.
Ernestina de Champourcin es una poetisa española nacida en Vitoria, Álava en 1905.
Su vida transcurrió en Madrid donde cursó sus estudios, se inició en la poesía y contrajo matrimonio con Juan José Domenchina, poeta y secretario del presidente Manuel Azaña.
Fue discípula de Juan Ramón Jiménez y estuvo unida a la Generación del 27. Su obra evoluciona desde el Modernismo inicial a la sombra del poeta de Moguer a una poesía más personal donde domina el tema del amor envuelto en una rica sensualidad. Se da a conocer en 1926 gracias a su primer libro: En silencio… Su poesía intimista se divide en tres fases: la poesía del amor humano (1905-1930); la poesía del amor divino (1936-1974) y la poesía del amor sentido (1974-1991)
Compartió con los intelectuales de la República actividades como el Liceo femenino del que fue secretaria. Por otro lado, se suma como enfermera a la “Protección de menores”, idea fundada por Juan Ramón Jiménez y Zenobia Camprubí, debido a su preocupación por los niños huérfanos.
Se codeaba con personajes de la época como Concha Méndez, María de Maeztu, María Baeza, Pilar Zubiaurre, Manuel Altolaguirre, Emilio Prados, Juan de la Encina, Rafael Alberti…
También participó en revistas: El Sol y la Gaceta Literaria. A finales del 20 encaminó su poesía hacia la vanguardia.
Durante la Guerra Civil, huyó con su marido y el resto del Gobierno republicano a México. Allí trabajó durante años para el Fondo de Cultura Económica y después como traductora de la ONU. En México impulsó de nuevo su creación, ahora con un componente religioso. Regresa a España en 1972 y continúa publicando. Finalmente muere en 1999 a la edad de 94 años.
Gerardo Diego la seleccionó para su antología de 1934: Poesía española contemporánea. Aunque muchos le presionaron con diversas instancias para excluirla.
Ernestina de Champourcin es un claro ejemplo de mujer trabajadora, luchadora e independiente, a pesar de todo, hoy en día no obtiene tanto reconocimiento como otros de su generación (la del 27), por eso queremos dar las gracias al Conde Duque por la fabulosa exposición que han organizado sobre ella.
Bibliografía de Ernestina de Champourcin.
El silencio (1926)
Ahora (1928)
La voz en el viento (1929)
Cántico inútil (1936)
Presencia a oscuras (1953)
El nombre que me diste (1960)
Cárcel de los sentidos (1964)
Hai-Kais espirituales (1967)
Cartas cerradas (1968)
Poemas del ser y del estar (1970)
Primer exilio (1978)
La ardilla y la rosa (1981)
Poemillas navideños (1983)
La pared transparente (1984)
Huyeron todas las islas (1988)
Los encuentros frustrados (1991)
Del vacío y sus dones (1993).
Su vida transcurrió en Madrid donde cursó sus estudios, se inició en la poesía y contrajo matrimonio con Juan José Domenchina, poeta y secretario del presidente Manuel Azaña.
Fue discípula de Juan Ramón Jiménez y estuvo unida a la Generación del 27. Su obra evoluciona desde el Modernismo inicial a la sombra del poeta de Moguer a una poesía más personal donde domina el tema del amor envuelto en una rica sensualidad. Se da a conocer en 1926 gracias a su primer libro: En silencio… Su poesía intimista se divide en tres fases: la poesía del amor humano (1905-1930); la poesía del amor divino (1936-1974) y la poesía del amor sentido (1974-1991)
Compartió con los intelectuales de la República actividades como el Liceo femenino del que fue secretaria. Por otro lado, se suma como enfermera a la “Protección de menores”, idea fundada por Juan Ramón Jiménez y Zenobia Camprubí, debido a su preocupación por los niños huérfanos.
Se codeaba con personajes de la época como Concha Méndez, María de Maeztu, María Baeza, Pilar Zubiaurre, Manuel Altolaguirre, Emilio Prados, Juan de la Encina, Rafael Alberti…
También participó en revistas: El Sol y la Gaceta Literaria. A finales del 20 encaminó su poesía hacia la vanguardia.
Durante la Guerra Civil, huyó con su marido y el resto del Gobierno republicano a México. Allí trabajó durante años para el Fondo de Cultura Económica y después como traductora de la ONU. En México impulsó de nuevo su creación, ahora con un componente religioso. Regresa a España en 1972 y continúa publicando. Finalmente muere en 1999 a la edad de 94 años.
Gerardo Diego la seleccionó para su antología de 1934: Poesía española contemporánea. Aunque muchos le presionaron con diversas instancias para excluirla.
Ernestina de Champourcin es un claro ejemplo de mujer trabajadora, luchadora e independiente, a pesar de todo, hoy en día no obtiene tanto reconocimiento como otros de su generación (la del 27), por eso queremos dar las gracias al Conde Duque por la fabulosa exposición que han organizado sobre ella.
Bibliografía de Ernestina de Champourcin.
El silencio (1926)
Ahora (1928)
La voz en el viento (1929)
Cántico inútil (1936)
Presencia a oscuras (1953)
El nombre que me diste (1960)
Cárcel de los sentidos (1964)
Hai-Kais espirituales (1967)
Cartas cerradas (1968)
Poemas del ser y del estar (1970)
Primer exilio (1978)
La ardilla y la rosa (1981)
Poemillas navideños (1983)
La pared transparente (1984)
Huyeron todas las islas (1988)
Los encuentros frustrados (1991)
Del vacío y sus dones (1993).
Borrador de su biografía.
[Mi primer libro en el 26. Mal efecto entre las amistades.]
Bachillera fue uno de los calificativos que me otorgaron. Hacía tiempo que me sentía distinta, sensación muy desagradable, aunque muchas personas piensen lo contrario. Desde mi amor por los libros me sentía diferente. Era muy molesto, pero después de publicar En silencio… la cosa aumentó. No se me olvida el comentario del muchacho que en una reunión de gente joven me espetó de pronto. No juegas al bridge, no bailas, entonces, ¿para qué sirves?
Tampoco era coqueta. Me gustaba gustar, claro, pero de otra manera… un romanticismo muy literario invadía mi vida desde siempre. Lo de fuera me parecía poco importante y a mi lado paraban muchas cosas que yo veía sin realmente verlas, sin captarlas en absoluto. El amor, la Poesía, eran la misma cosa. Algo puro sin relación con la vida cotidiana que se me antojaba un poco despreciable.
El famoso y manoseado verso de Rubén: “La libélula vaga de una vaga ilusión” describe de modo perfecto y con la vaguedad indispensable mi estado de ánimo de aquella época. La frasecita es cursi, pero lo cursi cuando pasó la racha y se mira hacia atrás conserva cierto atractivo. Me encanta leer en voz alta, declamar cosas mías y de otros.
Aquellos paseos por los jardines de la granja con María Teresa Roca de Togores, a veces mis hermanas, recitando “La marquesa Eulalia” de Rubén, cosas de Villaespesa y… los primeros versos de Agustín de Foxá.
Poemas de Ernestina de Champourcin.
Poemas ausentes.
1.
Todo será camino, el silencio y la estrella,
el perfume y la rosa…
todo habrá de llevarme insospechadamente
al cielo que cobija la sombra de tus manos.
¡No me toquéis! Dejad que mi frente persiga
el rastro del follaje en la proa del viento
o el surco luminoso que la tarde abandona
sobre el párpado insomne del horizonte gris.
Fuga honda y secreta que apoya en lo visible
la audacia limitada, sin ruta, de su vuelo.
¡No trates de encontrarme por sendas conocidas!
¡Voy a ti desde todo!
¿No sientes que la brisa reclina mi tristeza sobre tu corazón?
2.
¿Para qué recordarte si te siento en mí misma
desgarrando mi carne con el garfio del viento,
oprimiendo mis venas con el crudo cilicio
de esa falsa presencia que alucina mi afán?
Voy ceñida a ti. Por la múltiple herida
que abrió en mi paz secreta el potro de los sueños,
por la muda zozobra de mis ojos hundidos
en la distancia inmóvil que me roba tu voz.
¿Para qué recordarte si aún calienta mis pulsos
el fuego que encendió tu mano apasionada,
si el deseo punzante que taladra mis sienes,
es el mismo que seca la pulpa de tus labios?
Circulan por mi sangre jirones de tu vida
que ciñen a mi pecho su cálida esperanza.
¡Puedes borrar si quieres la luz de mi memoria!
¡No necesito espejos para pensar en ti!
POESÍA A TRAVÉS DEL TIEMPO
Poemas ausentes.
1.
Todo será camino, el silencio y la estrella,
el perfume y la rosa…
todo habrá de llevarme insospechadamente
al cielo que cobija la sombra de tus manos.
¡No me toquéis! Dejad que mi frente persiga
el rastro del follaje en la proa del viento
o el surco luminoso que la tarde abandona
sobre el párpado insomne del horizonte gris.
Fuga honda y secreta que apoya en lo visible
la audacia limitada, sin ruta, de su vuelo.
¡No trates de encontrarme por sendas conocidas!
¡Voy a ti desde todo!
¿No sientes que la brisa reclina mi tristeza sobre tu corazón?
2.
¿Para qué recordarte si te siento en mí misma
desgarrando mi carne con el garfio del viento,
oprimiendo mis venas con el crudo cilicio
de esa falsa presencia que alucina mi afán?
Voy ceñida a ti. Por la múltiple herida
que abrió en mi paz secreta el potro de los sueños,
por la muda zozobra de mis ojos hundidos
en la distancia inmóvil que me roba tu voz.
¿Para qué recordarte si aún calienta mis pulsos
el fuego que encendió tu mano apasionada,
si el deseo punzante que taladra mis sienes,
es el mismo que seca la pulpa de tus labios?
Circulan por mi sangre jirones de tu vida
que ciñen a mi pecho su cálida esperanza.
¡Puedes borrar si quieres la luz de mi memoria!
¡No necesito espejos para pensar en ti!
POESÍA A TRAVÉS DEL TIEMPO
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